El Apocalipsis (partes 1,2 y 3).

martes, 7 de julio de 2009

La última visita a este blog (por mi parte, naturalmente, quizá habrá existido la visita de algún incauto lector, visita que agradecemos de todo corazón) tiempo ha que fue hecha. Durante el mes en que estuve ausente han surgido algunas particularidades climatológicas que han hecho mella en el pequeño pueblo en el que vivo (para ser precisos y dejar a un lado tanto misterio fútil, la bella Córdoba, Veracruz, México). Dichas particularidades han tenido una función dicotómica, restaurar y derruir, vida y caos. Todo depende de, claro, el bando en el que estés. Es verdad, las torrenciales lluvias hacen reverdecer toda la flora de la ciudad y sus linderos (flora que es no poca) pero también han causado estragos viales con el ya célebre colapso de la cinta asfáltica a la altura del km 12 de la autopista Córdoba-Fortín... Y es aquí cuando las lluvias y el caos que provocaron durante esos días de incertidumbre en los que las autoridades municipales una vez más demostraron su rezago en prevención y protección civil, hacen ver el Apocalipsis, al menos de una manera muy mórbida, más cerca.

Existen muchas versiones del fin del mundo. El Ragnarok, Un asteroide como el que NO acabó con los dinosaurios, y está por supuesto la versión más comercializada del fin del mundo (quisiera colocar en lugar de comercializada el adjetivo aceptada pero siendo sinceros, el mundo anda corto de fe estos días). Me refiero al Apocalipsis según San Juan, descrito en, bueno, el Apocalipsis según San Juan, siendo éste el último libro perteneciente al Nuevo Testamento de la Biblia.

¿Por qué súbitamente las lluvias y el caos vial me recordaron las profecías de Juan respecto al destino final de este mundo? La verdad es que no lo sé. Y es que en todo el libro, ninguna de las calamidades que sufrirá la humanidad se desencadenan por agua (es algo ya visto con Noé, los animales y el Arca y profundizando un poco más, Dios ha prometido a la humanidad no volver a destruir el mundo con agua, sellando su pacto con el arcoiris) así que no hay ninguna conexión lógica entre la lluvia y el fin del mundo. De hecho, una de las desgracias registradas será la ausencia de lluvia durante cierto tiempo. De cualquier manera, cuando ocurre algo que altera el ritmo de vida de la sociedad, por transitorio que sea, hace mella en las psique de la ciudadanía si a esto le añades el hecho de que las autoridades al mando están sentados comiéndose los mocos, lo que se obtiene es chaos-in-a-box.

Regresemos al Apocalipsis. No va a estar chido. En absoluto. Desgracia sobre desgracia, la gente morirá por millones y de maneras horribles. Pero bueno, el final hace que todo valga la pena. ¡Un poco de sacrificio, señores! En fin, existen siete sellos, siete trompetas y siete copas, es decir 21 desgracias lanzadas por ángeles, todo esto ante los ojos de Juan. Los primeros cuatro sellos desencadenan a los cuatro jinetes: Guerra, Hambre, Muerte y ¡no sé! La verdad es que no sé qué signifique el primero de ellos, el jinete con el caballo blanco. Así pues, con los primeros 4 sellos, ya empezamos mal. Y yo que me quejaba de un poco de lluvia.

2 que no quieren reprobar:

Unknown dijo...

No manches... si me pegó tu post. La verdad es que ya tengo ganas de ver cómo quedó nuestra carretera, ya pronto la veré. Anyway... es bueno verlo de vuelta por acá Sr.

Tritza dijo...

YO n siquiera pude llegar a Orizaba!!!